
Hace 4000 años los babilonios vieron en la repetición de las estaciones un motivo digno de celebrarse e instauraron un ciclo festivo que dejaría corta la fiesta más movida de nuestra época: eran 11 días de celebración, que comenzaban cuando la primavera describía sus primeros trazos entre los jardines colgantes de Babilonia.
Los egipcios también recibían con alegria las señales que preludiaban el nuevo año. Su rostro se tornaba festivo cuando llegaba el ansiado momento en que el río Nilo empezaba a crecer y el caudal se hacía propicio para la siembra. Entonces, la tierra era labrada con confianza en los tiempos venideros.
Desde siempre, el nuevo año ha significado el festejo de un triunfo inexistente, una victoria que se desea pero aún no ha ocurrido, un elogio a la esperanza que se renueva cada 365 días.
Lo cierto es que en cualquier rincon del mundo, cultura y hemisferio, el año nuevo tiene que significar esa nueva puerta que se abre, esa chance que la vida te ofrece para renovar las energias, emprender los proyectos postergados, redimir errores del pasado, etc.
Mi deseo es que todos puedan ver y aprovechar esta oportunidad y como dije repetidamente, por mas que suene asquerosamente trillado, rianse pero es verdad...
MUCHISIMAS FELICIDADES!!!!
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